Pareja gay se escapa sin pagar de un Bar de Palermo y recibe una golpiza
La noticia se desvirtuó, pero aparentemente lo que paso fue que, el encargado se acerco a pedirles que no se besen en el bar, y ellos lo tomaron a mal, y cuando terminaron de comer en forma de bronca y queja, salieron corriendo sin pagar, y luego los empleados intentaron agarrarlos.
Obviamente si el hecho fue de esta forma, no se trato solo de una pareja gay y besos, y estas dos personas no actuaron de buena forma y desataron una barbarie sin sentido.
Los empleados fieles a defender su lugar de trabajo reaccionaron:
Tomás y Joaquín fueron el pasado domingo a cenar a «Accademia della pizza», en Palermo, y fueron agredidos por el encargado, aparentemente por haberse ido sin pagar.
Tomás tiene 22 años, estudia Ciencia Política y trabaja en el Ministerio de Educación. Joaquín, su novio, tiene 21 y es estudiante de Sociología.
Pa pareja decidió salir a cenar. Era tarde y entraron al único lugar que vieron abierto, en Scalabrini Ortiz y Santa Fe.
No todo termino como lo planeado, sino con el encargado de la pizzería, el lavacopas y el mozo que los había atendido insultándolos por la calle. «Putitos de mierda», les gritaban.
Ellos dicen que se comportaron bien…»En vez de sentarnos uno frente al otro, nos sentamos uno al lado del otro.
Supongo que en algún momento nos habremos abrazado o dado un beso, como cualquier pareja», cuenta Tomás Rodríguez.
«De repente, se acercó el encargado y nos dijo: ‘Les voy a pedir que se comporten, acá hay un ambiente familiar'».
Tomás y Joaquín Guevara coinciden: creen que lo que irritó al encargado de «Accademia della pizza», en Palermo, fue que se sentaran uno al lado del otro y no se hicieran pasar por amigos para disimular que eran una pareja gay.
Tomás contestó: «Nosotros también somos familia».
Según cuentan, no les dijo que se fueran pero les dio a entender que no eran bienvenidos. «Fue tan violenta la situación que dijimos ‘nos está echando’, pero no sabíamos qué hacer porque nunca nos habíamos ido de un lugar sin pagar. Hasta que nos paramos y nos fuimos».
A todo esto, una pareja heterosexual que estaba comiendo al lado de ellos intervino:
«Al ver la situación fuimos a hablar con los mozos y el dueño. Nos respondieron que ese no era un lugar para ese tipo de personas», cuenta Diana Morales.
Les explicaron que se habían «desubicado» por haberse dado un beso. «Les preguntamos: ‘¿Si fuese una pareja hétero estaría bien? Obviamente respondieron que sí».
Tomás y Joaquín habían caminado una cuadra y media por Scalabrini Ortiz cuando escucharon los gritos. «Era el encargado, dos mozos y otro empleado de la cocina».
Los corrían y les gritaban. Este último en verdad era el lavacopas era el más joven, el que más rápido corría y el que los alcanzó.
Fue él quien agarró a Tomás de la mochila y, según la denuncia, le pegó por la espalda. «El mozo me pegó en la cara y me caí contra el piso».
Lo que todavía le causa impacto fue la cara de odio con la que acompañaron los insultos. «Nos decían ‘putitos de mierda, vengan a pagar lo que deben’, ‘los vamos a hacer meter en cana’, ‘si quieren chúpense la pija entre ustedes pero no vengan a la pizzería a mostrarse’, ‘son unos asquerosos'».
Tomás y Joaquín les respondían: «Pero si ustedes nos echaron». Y alguno de ellos les contestó: «Porque se desubicaron».
La deuda se trataba de solo $350 pesos. Tomás le dio al encargado su tarjeta de débito pero el hombre le dijo «débito no».
Los empleados escoltaron a la pareja hasta un cajero pero estaba cerrado. «Lo de la plata era una excusa porque caminaban atrás y nos decían: ‘Es para cagarlos más a trompadas'».
Cruzaron a otro cajero, sobre Santa Fe, sacaron plata, le pagaron al encargado en la calle. «Nos quedamos inmóviles en el semáforo con ellos atrás que nos seguían diciendo ‘no vuelvan más, putos de mierda’.
La pareja fue directo a la comisaría 23 a hacer la denuncia. Fueron también con otra pareja de Tomás (tienen un vínculo de «Amor libre», es decir, no monogámico).
A todo esto, Sergio Rivadulla, responsable del local, que leyó en las redes sociales lo que había pasado y tomó un determinación: echó al encargado.
«Dijo que en una mesa había una familia que se quejó, y también dos señoras mayores de otra mesa le hicieron señas.
Nada de eso lo justifica. ¿Decirles que es un salón familiar y por eso está mal que una pareja se dé un beso? No se puede trabajar con alguien que tome esa actitud».
Ahora quiere hablar con Tomás y con Joaquín y pedirles más detalles para decidir qué hacer con el resto de los empleados que los agredieron.