Alberto Fernández relanzó su gobierno y se ubicó en el centro del escenario del Frente de Todos con la mira en 2023
En un acto multitudinario sin precedentes durante la actual administración, Alberto Fernández relanzó su gobierno después de las elecciones generales legislativas donde el oficialismo sufrió una derrota que reivindicó como un triunfo, y buscó posicionarse en el centro del escenario político del Frente de Todos con la mira en 2023. Con una alusión menor a Cristina Kirchner, y con La Cámpora bien alejada del escenario, fue el único orador del acto por el Día de la Militancia que había sido gestado antes de los comicios para “garantizar la gobernabilidad” y que se transformó en una marcha orientada a “la unidad”, pero también para empezar a gestar su reelección.
En su efusivo discurso ante unos 100.000 personas convocadas por los movimientos sociales, la CGT y el kirchnerismo, el Presidente mencionó a Cristina Kirchner por su cargo institucional de Vicepresidenta en lugar de llamarla por su nombre, como suele hacer en cada una de sus alocuciones públicas desde 2019.
Después de repasar su administración, en especial en los dos meses posteriores a la Primarias, agradeció por la movilización “a los movimientos sociales y a cada uno de los gremios”, sin aludir a la organización de Máximo Kirchner, y llamó a celebrar internas en la coalición de gobierno de cara a las elecciones presidenciales de 2023.
“Que el tiempo que se inicia no sea de silencio, sino de diálogo. Que cada uno diga lo que piensa y pueda opinar, para encontrar la síntesis para avanzar en la Argentina. Por eso les pido a cada uno, que hoy vuelvan a abrir las unidades básicas, las mesas en las calles. El Gobierno, el Presidente y la Vicepresidenta quieren trabajar en el mismo sentido. Tenemos que animarnos a llevar adelante ese debate. Sabemos que somos una fuerza diversa. Con comunes denominadores”, dijo.
Y lanzó: “Tenemos matices, pero respetándolos, empecemos a poner en la mesa la fuerza para llegar al 23 con toda la fuerza. Para que desde el último concejal al Presidente lo elijan en el Frente de Todos, compañeros”, sostuvo.
La antesala del discurso, que se realizó en un ambiente de efusividad militante, tuvo teloneros. La banda de cumbia Ráfaga hizo una breve performance de tres canciones, entre ellas Mentirosa y Aguita, que hicieron bailar a los miles de presentes antes de la irrupción de Alberto Fernández en el escenario, pasadas las 17.
El Presidente habló solo frente a un atril, aunque tras bambalinas se encontraban el gobernador Axel Kicillof, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; el canciller y exjefe de Gabinete, Santiago Cafiero, su sucesor, Juan Manzur, y los ministros de Economía, Martín Guzmán; de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, de Justicia, Martín Soria; de Ambiente, Juan Cabandie, y la ex ministra de Seguridad, Sabina Frederic, entre otros. Había pasado las horas previas junto a su círculo íntimo, en su despacho de la Casa Rosada, desde las 14.30.
La mayor parte de los gobernadores del peronismo no estuvieron presentes. Tenían asuntos que atender en sus respectivas provincias, alegaron para el faltazo, a pesar de que el jefe de Gabinete, Manzur, había hecho lo posible para que estén. Los únicos que asistieron fueron los jefes de los Ejecutivos de Chaco, Jorge Capitanich; de La Pampa, Sergio Ziliotto; de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, y de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Como estaba previsto, Alberto Fernández volvió a llamar a un acuerdo con la oposición para refinanciar la deuda con el FMI, aunque excluyó al expresidente Mauricio Macri y al líder de derecha que ingresó por primera vez a la Cámara de Diputados, por Avanza Libertad, Javier Milei. La convocatoria no incluyó dardos contra Juntos por el Cambio como cada vez que habló durante la campaña: “Creo que dentro de la oposición la vocación de diálogo anida en muchos”, deslizó..
También a diferencia
Pero el acortamiento de la distancia con Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires le dio ventaja hacia dentro de la coalición. Alberto Fernández se consideró fortalecido por la remontada, a pesar de que los números no le alcanzaron al Frente de Todos para vencer a la oposición en la provincia de Buenos Aires y de que la derrota se mantuvo en la mayor parte de los distritos del interior, al punto de que el oficialismo perdió el quórum propio en el Senado.
Con esa “bocanada de aire”, como calificaron en la Casa Rosada los registros que arrojaron las urnas el domingo, el mismo día electoral Alberto Fernández reivindicó la marcha que había sido gestada para defenderlo, pero buscó transformarla en un “festejo” para reforzar “la unidad”. En los últimos días, según reveló un alto funcionario de su entorno, les pidió a los organizadores que orientaran la convocatoria de la manifestación en ese sentido. Quería evitar que se leyera como un intento de su parte de capitalizar los resultados.
En su entorno, sin embargo, muchas voces señalaban que la remontada se debió principalmente a la aceleración de la gestión nacional que encabeza Alberto Fernández y a sus “bajadas” de “escucha” al territorio. En La Cámpora, en cambio, marcaban, perspicaces, que ese giro se produjo gracias al impulso de Cristina Kirchner con la carta que publicó en septiembre para forzar los cambios que el Presidente resistía y que finalmente se ejecutaron por presión del kirchnerismo.
de otros discursos, no se refirió a las condiciones que buscará evitar para arreglar con el Fondo, ni criticó a quienes tomaron la deuda, el modo y el objetivo en que se prestaron los 44.000 millones de dólares. “Nos quedan muchas batallas por dar, terminar con el problema de la deuda, enfrentar a los formadores de precios, no podemos vivir en un país donde algunos ganen tanto y millones se caigan en la pobreza. Necesitamos que ese crecimiento llegue a cada rincón de la Patria”, manifestó el primer mandatario en tono más conciliador.
El acto se había gestado la semana pasada para el Día de la Militancia en una reunión que convocó el jefe de Estado con dirigentes sociales y sindicales afines. La idea inicial era respaldar al Gobierno de cara a una posible derrota catastrófica en las elecciones generales, cuando el panorama se perfilaba aún muy sombrío después del fuerte revés en las PASO, entre cuestionamientos internos que continuaban después de la crisis política post-Primarias. Alberto Fernández se preparaba para una serie de actos y reuniones políticas para reunir apoyos que garantizaran su gobernabilidad luego de los comicios.
Frente al escenario se habían dispuesto sillas para que lo escucharan de primera mano los dirigentes y funcionarios más importantes. Pero en una decisión de último momento, el Presidente ordenó removerlas para que los militantes pudieran ingresar a ese sector. “Quería hablarle directamente a la militancia, no a los políticos”, dijo. La orden se ejecutó a las corridas. Los encargados de la organización se llevaron los asientos, y abrieron los vallados para dejar entrar a los militantes que estaban más cerca de la Casa Rosada. Así, ingresaron a empujones varias decenas de personas con banderas y pecheras sindicales y sociales, entre ellas de Camioneros y el Movimiento Evita. No hubo rastros, en ese lugar, de La Cámpora, que siguió el acto desde lejos. “Era muy difícil llegar en tan poco tiempo”, dijeron desde la agrupación a Infobae. “Si querían estar, podrían haber llegado”, lanzó, por el contrario, uno de los dirigentes del Movimiento Evita, que copó el acto con 60.000 militantes propios.
La columna de la organización que conduce Máximo Kirchner se concentró a varias cuadras de la Casa de Gobierno. Se habían sumado a la organización el día anterior, durante una reunión que se celebró en la sede del PJ. La plana principal de La Cámpora escuchó a las palabras de Alberto Fernández desde Diagonal Norte y Perón, a cinco cuadras. Allí estaban el presidente la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner, el ministro de Desarrollo Comunitario bonaerense, también referente camporista, Andrés “El Cuervo” Larroque, la titular del PAMI, Luana Volnovich; la jefa de Anses, Fernanda Raverta, la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti, así como varios funcionarios del equipo del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, la principal voz del Kirchnerismo en la Casa Rosada.
Con Cristina Kirchner debilitada tras el revés en unas elecciones generales donde el Frente de Todos perdió el quórum en el Senado; y mientras los intendentes del peronismo se atribuyen las mejoras en los resultados en medio de la pelea con Máximo Kirchner por la presidencia del PJ bonaerense, Alberto Fernández buscó capitalizar ayer la remontada electoral y posicionarse como aspirante a la reelección. Aunque ya había deslizado sus intenciones, en el acto de esta tarde el Presidente lo expresó de manera contundente. No es el único que quiere competir: a partir de ahora comienza la batalla interna en la coalición de gobierno por los posibles candidatos para la carrera por el sillón de Rivadavia, en 2023.