El día que Reutemann sorprendió al mundo: a 50 años de su impactante debut en la Fórmula 1

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Habían pasado solo seis años desde su debut absoluto en el automovilismo cuando Carlos Alberto Reutemann corrió su primera carrera oficial en la Fórmula 1. El domingo 23 de enero de 1972, el Lole vivió un día que lo marcó a fuego porque se estrenó y con una pole positions incluida, convirtiéndose en uno de los cuatro pilotos en toda la historia en haber logrado ese mérito en la categoría. El santafesino irrumpió de local con un Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez que reventó con un público ávido por tener a la Máxima, ya que la Argentina ese fin de semana volvió al Campeonato Mundial.

A finales de la década del sesenta el Estado argentino comenzó a apoyar carreras internacionales en el país y el canal fue el respaldo de YPF. Luego de la temporada de la Fórmula 2 Europea en diciembre de 1968, en la que Reutemann hizo su irrupción a nivel mundial, en 1970 llegaron los 1.000 Kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires por el Mundial de Endurance (hoy FIA WEC, la categoría donde Pechito López es bicampeón mundial). En 1971 se hizo un ensayo con la F1 con una carrera sin puntos, en la que el Lole completó el podio a bordo de un McLaren M-7C.

Reutemann llegó a Europa en 1970 con el equipo del Automóvil Club Argentino (ACA). En 1971, tras ser subcampeón europeo de Fórmula 2 con Brabham, continuó ligado a la escudería inglesa, que fue adquirida por Bernie Ecclestone, que más tarde fue el dueño de la categoría por casi cuatro décadas. La Argentina recuperó la fecha puntuable de F1 para 1972 y lo hizo con un fuerte patrocinio de la petrolera estatal, que tuvo su logo en los 22 autos que formaron parte de la competencia. Lole corrió con un Brabham BT-33 que también tuvo el apoyo de la Corporación Argentina de Productores de Carne (CAP), cuya sigla apareció en el alerón trasero y de la Dirección Nacional de Turismo que tuvo la leyenda “Visite Argentina”, también en la zona posterior del coche. Carlos ya había corrido con ese monoposto en la Carrera de Campeones en Brands Hatch, Inglaterra, en octubre de 1971, donde culminó noveno.

Si bien el Autódromo de Buenos Aires ya contaba con la extensión de las dos rectas del fondo, un tramo en la zona del lago inaugurado en 1968, se decidió correr en el circuito número 9 de 3.345 metros. Carlos conocía mucho el escenario porteño, ya que corrió allí con el Turismo Nacional en el que fue campeón en 1966 y 1967, la Fórmula 2 Nacional, en la que se consagró en 1969, y también sumó carreras en el Turismo Carretera con el Falcon “Angostado” en 1968.

Hace medio siglo la F1 era muy diferente, con matices amateurs y con un clima familiar. Por ejemplo, el miércoles, el primero que llegó al Autódromo fue el neozelandés Denny Hulme a bordo de un taxi Di Tella 1.500, y como no había otro auto para conocer el trazado, le pidió al taxista que lo llevara a dar una vuelta por el circuito. El australiano Tim Schenken y el escocés Ronnie Peterson, con sendos Fiat 128, llevaron a sus compañeros de equipo en Surtees y March, el italiano Andrea Adamich y el austriaco Niki Lauda, respectivamente. Y el jueves fue el propio Lauda el que estrenó el escenario y su March 721 fue el primer auto de F1 en acelerar en la Argentina, luego de la victoria de Stirling Moss en el GP de 1960 con un Cooper.

La escudería Motor Racing Development Ltd, más conocida como Brabham, alineó nueve hombres para atender sus dos coches, el de Reutemann y el de Graham Hill (bicampeón de F1 y padre de Damon). Detrás de Ecclestone se encolumnaron el director deportivo Keith Greene; el jefe de mecánicos Bob Dance; y los mecánicos Alan Turner, Keith Balwin, Derrick Walker y Kerry Adams. Se sumaron dos mecánicos argentinos, algo común en esa época en la que las escuderías, para recortar gastos, contrataban mano de obra local de forma temporal.

Pero el foco de atención de los argentinos estuvo en Reutemann, que a sus casi 30 años (nació el 12/04/1942) tocó el cielo con las manos y llegó a lo más alto del automovilismo. Cada vez que los parlantes lo mencionaron, las tribunas lo ovacionaron y el recinto explotó cuando el sábado dio el golpe y consiguió la pole positions, nada menos que en su debut. “Yo todavía no sé bien dónde está el tiempo. Puede ser en el Curvón (donde los autos llegaron a 200 km/h), en Ascari o en el mixto. Lo único que sé es que para estar bien hay que largar entre las tres primeras filas”, comentó Reutemann poco antes del fantástico registro de 1m12s46, que por 22/1000 batió a Jackie Stewartque en ese momento era el mejor piloto del mundo y vigente campeón con su Tyrrell. Pero bastó que siguiera al escocés en algunos sectores y usar el compuesto 852 de Goodyear, para que lo imprevisto se hiciera realidad. Fue un clima de éxtasis y de cierta incredulidad, ya que nadie pensó que un novato iba a poder romper los relojes.

Con su mérito, Reutemann se convirtió en uno de los cuatro corredores en la historia que debutaron en la F1 con una poles positions. Los otros fueron:

Mario Andretti, en el Gran Premio de los Estados Unidos de 1968.

Jacques Villeneuve, en el Gran Premio de Australia de 1996.

-Se puede sumar a Giuseppe Farina, quien lo consiguió en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1950, pero el italiano y todos sus colegas fueron debutantes en aquella oportunidad, ya que fue primera carrera de la historia de la categoría.

Recuerdan que sobre el cierre de la clasificación, alguien le preguntó al Lole si realmente el suyo había sido el mejor tiempo, a lo que Reutemann contestó con su tono habitual: “Y… No sé, pero el peor no fue, ¿no?”. El que preguntó se quiso morir.

Otra anécdota fue la reacción de alguien que años más tarde fue jefe de Reutemann, Mauro Forghieri, el responsable técnico de Ferrari que salió corriendo a la cabina de cronometristas de IBM. Habló en primer lugar con Arturo Canónigo (prensa de IBM) y luego con el jefe de cronometristas. “Ese tiempo no puede ser”, repitió el capo de Ferrari. Aunque los encargados de las planillas oficiales se tomaron el trabajo de mostrarle las pruebas de la fidelidad de su trabajo. Así se pudo calmar el ingeniero italiano que, no conforme con ello, fue a corroborarlo con el equipo Tyrrell, que le mostró los tiempos que tomaron en su box y ratificó el crono del santafesino.

Llegó el domingo 23 de enero y unas 80.000 personas colmaron el Autódromo, aunque muchas de ellas pasaron la noche en sus instalaciones. El evento era en un clima familiar y de amigos, que compartieron la dulce espera hasta la carrera. Carlos estuvo súper concentrado y como siempre fue un fiel observador de todo. “Antes de largar estuve observando las caras de los directores de equipo, de los mecánicos, de los mismos corredores y en todos vi más o menos la misma expresión: me miraban con cierta tristeza, como si me vieran ir al matadero. Y la pauta más clara me la dio Ken Tyrrell (dueño del team inglés), que se acercó a decirme: ‘Carlos, recuerda que solo es tu primer Grand Premio…

Reutemann hizo una buena largada, tomó la punta, pero a los pocos metros el coche de Stewart tuvo más resto y el británico lo superó. Sin embargo, el Lole siguió a su cola en las primeras vueltas. “Yo me cuidaba muchísimo de cometer el más mínimo error, pero me di cuenta de que Stewart andaba también con mucho esmero. Jackie Stewart tiene 100 Grand Prix encima y para mí era el primero. Por eso me cuidaba tanto”, declaró el santafesino.

“Después de esas primeras vueltas me di cuenta de que el auto empezaba a moverse un poco más. Ahí pensé que podría producirse el problema con las gomas y aflojé un poquito”, contó Carlos sobre la merma que su auto empezó a sentir y luego fue superado por el brasileño Emerson Fittipaldi (Lotus) y Denny Hulme (McLaren), que lo relegaron al cuarto puesto.

“Alrededor de la vuelta 40º las gomas volvieron a ponerse difíciles y el coche movedizo. Evidentemente el desgaste era anormal y por eso paré”, explicó. Goodyear trajo a la Argentina una nueva goma denominada G-31 y dos compuestos, uno de ellos llamado 852, que en los días previos rindió muy bien en el Brabham del Lole, pero en carrera no. Stewart también optó por ese compuesto, aunque no tuvo problemas con su Tyrrell.

Más allá de su detención, Carlos terminó séptimo a dos vueltas del ganador, Stewart, que ese día se enteró del fallecimiento de su padre. Fue escoltado por el propio Hulme y el belga Jackie Ickx (Ferrari). En el viejo podio ubicado en la zona del Palco de Honor, frente a los boxes, Stewart lo invitó a Reutemann a que subiera y la gente deliró al verlo al Lole en la tarima.

“Nunca creí lograr un registro tan destacado en clasificación. No creo tampoco que haya influido mucho en mí el hecho de correr en Buenos Aires. En cualquier otro lugar hubiera sido igual. Y cuando estuve detrás de Stewart no me dio la sensación de inalcanzable. Por eso veremos qué pasa en las carreras futuras. Esa es mi duda. Saber qué lugar ocupo entre todos”, analizó Reutemann en la noche del domingo.

En la fecha siguiente, que fue sin puntos, el 31 de marzo les ganó a todos en el Autódromo de Interlagos ante un súper competitivo Fittipaldi, y Lole pudo comprobar que lo de Buenos Aires no había sido casualidad, aunque en la competencia brasileña no estuvieron Ferrari, Tyrrell, McLaren ni el Matra de Chris Amon.

La temporada fue dominada por Fittipaldi y su Lotus 72. En tanto que Brabham fue un equipo que hizo lo que pudo con el responsable técnico, Ron Tauranac, con un auto con problemas de mantenimiento y otros inconvenientes que caracterizaron un primer campeonato con abandonos para el santafesino. El corte de un conducto de nafta en Sudáfrica, fallas con la caja de cambios en Bélgica y Alemania, y un motor “flaco” en Francia, fueron algunas de las causas. Solo un cuarto puesto en Canadá sobre el final de la temporada pareció augurar un 1973 diferente.

Pero Reutemann ya había llegado al gran circo y ocupó un lugar deseado por millones de pilotos en el mundo, ya que era uno de los 22 titulares en aquella temporada de la Máxima. Ese domingo fue el puntapié inicial de una campaña de diez años en la F1, en la que consiguió 12 triunfos, 45 podios en 146 carreras (uno cada tres competencias), 6 poles positions y mismo número de récords de vuelta. En 1981 fue subcampeón mundial.

Ese chico lleno de sueños en su campo familiar en Manucho, y que iba en caballo a la escuela, hace medio siglo se integró a la élite del automovilismo. Su debut oficial no fue para la estadística o para la nota de color. Reutemann se estrenó a lo grande, impactó al mundo e hizo vibrar a su gente. Fueron veranos inolvidables para los argentinos que, a pesar del sofocante calor de enero, cada vez que el Lole salió a la pista, la lluvia de papelitos erizó la piel de una multitud que lo adoptó como ídolo y que siempre estará presente.

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