El Museo Bernasconi: Un espacio de juego, creatividad y aprendizaje inspirado en Froebel
La sala Rosario Vera Peñaloza del Museo Bernasconi abre sus puertas con un innovador enfoque pedagógico basado en los principios de Friedrich Froebel, el pedagogo alemán que revolucionó la educación infantil. Este espacio permite a los niños explorar y descubrir a través del juego, estimulando su creatividad en un ambiente lleno de posibilidades.
En un mundo donde la educación está en constante evolución, el Museo Bernasconi ha logrado integrar una propuesta pedagógica única. A través de su sala Rosario Vera Peñaloza, inspirada en los Dones de Froebel, los niños son los protagonistas de su propio aprendizaje, interactuando con instalaciones que promueven la exploración y el desarrollo creativo. Este espacio no solo invita a jugar, sino a descubrir el mundo desde una perspectiva que potencia la imaginación y el pensamiento crítico.
«La propuesta pedagógica de la sala Rosario Vera Peñaloza nace de un profundo respeto por la capacidad innata de los niños para aprender jugando. Los Dones de Froebel nos enseñan que, al brindarles los materiales adecuados, podemos estimular su desarrollo emocional, intelectual y social», señala Mariana Pérez, directora del Museo Bernasconi. Con esta visión, la sala se convierte en un laboratorio de ideas y sensaciones, donde cada rincón está diseñado para fomentar la curiosidad y la creatividad.
La sala Rosario Vera Peñaloza no es un espacio convencional. Es un lugar donde los niños pueden sumergirse en un universo de líneas, planos y volúmenes, utilizando diferentes tipos de materiales que invitan a la exploración. Al recorrer este espacio, los pequeños descubren que el aprendizaje no se limita a las paredes de un aula: el juego es el vehículo perfecto para desarrollar habilidades cognitivas, motrices y emocionales.
Entre los elementos que componen esta innovadora sala, destacan los juegos interactivos, los bloques de construcción, las piezas geométricas y las figuras de madera que permiten a los niños crear, destruir, transformar y experimentar. «Cada objeto en este espacio está pensado para que los niños puedan manipularlo, interactuar con él y, sobre todo, aprender de manera lúdica», comenta Pérez.
El enfoque de Froebel, que considera el juego como una herramienta fundamental para el desarrollo infantil, está presente en cada rincón de la sala. La integración de este modelo educativo se complementa con las actividades y proyectos realizados en conjunto con los Jardines de Infantes del Instituto Bernasconi, quienes son parte activa de la dinámica del Museo. Esta colaboración estrecha ha permitido que los niños, junto a sus educadores, se sientan como parte de una comunidad que apuesta por el aprendizaje a través del juego.
El Museo Bernasconi no solo ofrece un espacio físico, sino también una experiencia emocional y educativa que marca a los niños que lo visitan. Según datos recientes, más de 3.000 niños y niñas han pasado por la sala desde su apertura, y el impacto en su desarrollo ha sido notable. «Los niños no solo aprenden conceptos, sino que desarrollan su capacidad para pensar críticamente, colaborar con otros y experimentar de manera autónoma», afirma Pérez.
Además, el Museo ha integrado talleres y actividades complementarias que refuerzan el aprendizaje obtenido en la sala. Estas actividades son diseñadas no solo para fortalecer las competencias cognitivas, sino también para fomentar el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la expresión emocional. «Cada visita al Museo es una nueva oportunidad para que los niños descubran algo sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea», concluye Pérez.
El Museo Bernasconi sigue apostando por un futuro donde la educación y la creatividad caminen de la mano. Con cada niño que visita la sala Rosario Vera Peñaloza, se construye un puente hacia un aprendizaje más profundo y significativo, donde el juego no es solo una actividad, sino una forma de conocer el mundo. Siguiendo los principios de Froebel, el Museo continuará ofreciendo espacios donde los niños puedan explorar, crear y, sobre todo, soñar.