La Ciudad recupera espacio y seguridad: comienzan a reducir los obradores abandonados del Sarmiento

Lo que durante años fue un símbolo de abandono y malestar vecinal empieza a cambiar. La Ciudad puso en marcha un plan para ordenar y reducir el tamaño de los nueve obradores del soterramiento del ferrocarril Sarmiento que llevan más de cuatro años inactivos. El objetivo es claro: devolver espacio público a los barrios de Flores, Floresta, Villa Luro y Liniers, y mejorar la seguridad urbana en zonas que se habían transformado en puntos conflictivos.

En palabras del ministro de Espacio Público e Higiene Urbana, Ignacio Baistrocchi: “Estos obradores llevan años abandonados. Reducirlos es una manera de ordenar el espacio público y dar respuesta a un reclamo concreto de los vecinos, quienes no tienen por qué vivir situaciones que no eligieron y quieren más seguridad en sus barrios”.

El tiempo convirtió a estas estructuras en sitios degradados, con vallados oxidados, basura acumulada y escasa visibilidad. Los vecinos llevan años pidiendo limpieza, orden y seguridad, y hoy por fin se ven los primeros movimientos concretos.

¿Qué está haciendo la Ciudad?

  • Intervención progresiva: ya se actuó sobre el primer obrador, con reducción de vallados y liberación de veredas.

  • Plan de alcance total: la meta es llegar a los otros ocho puntos clave de la traza del Sarmiento.

  • Lugares a intervenir:

    • Av. Rivadavia 8600

    • Cuzco 200

    • Bacacay 5600 (Estación Villa Luro)

    • Venancio Flores 4000 (Estación Floresta 1)

    • Venancio Flores 4100 (Estación Floresta 2)

    • Av. Rivadavia 11600 (Estación Liniers)

    • Yerbal y Condarco

    • Terrada 110

  • Mejoras previstas: limpieza, visibilidad, reducción de espacios ociosos y recuperación de veredas y calles.

La obra del soterramiento es de carácter nacional, por lo que la Ciudad no puede cerrar de manera definitiva los obradores. Sin embargo, las autoridades porteñas encontraron en esta reducción una forma de actuar sin invadir competencias, pero dando respuesta a un reclamo sostenido. El Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana trabaja en conjunto con el Ministerio de Infraestructura y la Dirección General de Talleres para garantizar que cada intervención respete criterios de seguridad y estética urbana.

En mi recorrida por Flores, noté algo que quizás sea lo más valioso de este plan: la sensación de que algo empieza a moverse después de años de parálisis. Vecinos que antes miraban con desconfianza ahora se acercan a curiosear los trabajos. Una vecina de Bacacay y Corro me lo dijo entre risas: “Ojalá no sea maquillaje, pero ya con ver más luz y menos paredones, se siente distinto”.

No es menor el impacto que tendrá en la vida cotidiana: más espacio para peatones, menos rincones inseguros y una mejor integración de las estaciones del Sarmiento con su entorno. Son cambios que no resuelven la gran deuda del soterramiento, pero que empiezan a cerrar una página gris en la historia de estos barrios.

El desafío ahora es sostener el compromiso y evitar que la reducción sea solo una intervención pasajera. Porque si algo aprendimos estos años es que el abandono se instala rápido, pero la recuperación necesita constancia.