Plaza Alférez José María Sobral: un rincón verde con historia antártica en el corazón de Palermo

Entre árboles frondosos, juegos infantiles y senderos serenos, la Plaza José María Sobral rinde homenaje a uno de los pioneros argentinos de la exploración polar. Un espacio que combina naturaleza, memoria y patrimonio científico.
Ubicada en una manzana estratégica de Palermo, delimitada por la Av. Gral. Las Heras, Jerónimo Salguero, Cabello y Av. Raúl Scalabrini Ortiz, la Plaza Alférez José María Sobral no es solo un pulmón verde en la ciudad: es también un sitio cargado de historia nacional. Lleva el nombre del primer argentino que participó en una expedición al Polo Sur, un geólogo, militar y diplomático cuya vida estuvo marcada por la ciencia y el hielo.
“José María Sobral representa el espíritu argentino de exploración, conocimiento y compromiso con el territorio más austral del planeta. Que una plaza lo recuerde, en una ciudad tan lejana de la Antártida, habla de la profundidad de su legado”, señaló un historiador especializado en exploraciones científicas consultado por Retiroweb.
Como cronista de Palermoweb, me acerqué a la plaza una tarde templada y me encontré con vecinos que la recorren como parte de su rutina diaria, sin saber muchas veces la historia detrás del nombre grabado en la placa. Sin embargo, allí está, silenciosa, imponente, recordándonos quién fue José María Sobral (1880-1961).
Su biografía impresiona:
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Participó en la expedición noruega al Polo Sur entre 1901 y 1903, dirigida por Otto Nordenskjöld.
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Fue director de Mineralogía, Geología e Hidrología entre 1922 y 1928, marcando una etapa clave en el desarrollo de la geociencia en el país.
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Ejerció como cónsul argentino en Oslo, estrechando lazos diplomáticos con Noruega, país con larga tradición polar.
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Autor de obras fundamentales como Dos años entre los hielos, El hielo y el mar y La exploración del continente antártico, que reflejan sus vivencias y conocimientos en clave científica y testimonial.
La plaza que lo honra ofrece una arboleda frondosa que mitiga el calor porteño, bancos de descanso, senderos de cemento para caminatas suaves o paseos en bicicleta, y un sector de juegos infantiles que la convierte en un punto de encuentro para familias.
Además de su valor histórico, se trata de un espacio urbano funcional y querido por el barrio. Muchos vecinos la identifican como un oasis entre el ritmo vertiginoso de la ciudad. Es habitual ver a adultos mayores leyendo bajo la sombra, niños jugando, runners en los bordes y paseadores de perros aprovechando la amplitud del espacio.
Ubicada estratégicamente entre arterias importantes como Scalabrini Ortiz y Las Heras, funciona también como corredor de paso y refugio urbano.
Desde Palermoweb, celebramos estos espacios que combinan memoria histórica con uso cotidiano. La Plaza José María Sobral no es solo un lugar para el descanso: es también un homenaje silencioso a un argentino que enfrentó los hielos del sur para dejar huella en la ciencia nacional. Como periodista y vecino, me enorgullece ver cómo la ciudad sabe rendir tributo a sus héroes, aún en el silencio de una plaza.