Benito Quinquela Martín: un legado que late en el Riachuelo

En el Día del Artista Plástico, el Museo de Bellas Artes de La Boca rinde homenaje a su fundador con una joya pictórica que encapsula la esencia de su vida y su barrio: Clavado en el Riachuelo, una obra que sigue conmoviendo generaciones.

El próximo 21 de septiembre se celebra el Día del Artista Plástico en la Argentina, y no hay figura más representativa para homenajear que Benito Quinquela Martín. El museo que lleva su impronta y su pasión por La Boca rescata una de sus obras más impactantes: Clavado en el Riachuelo, una pintura que no sólo habla de barcos y obreros, sino de identidad, memoria y pertenencia. Se trata de una pieza viva, poderosa, y profundamente conectada con el corazón de un barrio y de un país.

“Quinquela no pintaba barcos, pintaba a su gente; no pintaba el Riachuelo, sino el pulso mismo de La Boca”, afirma emocionada Ana Laura González, curadora del Museo Quinquela Martín. “Con Clavado en el Riachuelo volvemos a sentir el olor del carbón, el sonido de los astilleros, la fuerza del trabajo”.

Recorrer el Museo Benito Quinquela Martín siempre implica una experiencia emocional. Pero en fechas como el Día del Artista Plástico, esa vivencia cobra un valor especial. Por eso, desde el museo se eligió destacar Clavado en el Riachuelo, una obra que resume la mirada del maestro sobre su entorno, y que puede visitarse en la sala Alfredo Lazzari, en el segundo piso del edificio ubicado en Av. Don Pedro de Mendoza 1835, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La pintura, de gran formato y marcada expresividad, retrata a un trabajador herido sobre una estructura flotante, en medio del Riachuelo. Es una imagen cruda, que no escatima dramatismo, pero que al mismo tiempo revela la nobleza de quien, aún desde la adversidad, sigue siendo parte esencial del engranaje comunitario.

Benito Quinquela Martín nació en La Boca y fue adoptado de niño por una familia del barrio. Desde muy joven, el arte se convirtió en su refugio y en su bandera. Sin formación académica formal, logró construir una carrera excepcional, basada en la observación cotidiana de su entorno:

  • Las chimeneas humeantes.

  • Los obreros portuarios.

  • Las aguas turbias del Riachuelo.

  • Los colores intensos, casi feroces.

  • Y sobre todo, la dignidad del trabajo.

A diferencia de muchos artistas que buscaban escapar de su realidad, Quinquela se hundía en ella. La transformaba. Le daba color y forma. Y luego, la compartía. Su obra fue expuesta en París, Madrid, Nueva York y otras capitales del mundo, pero siempre regresaba a La Boca. Y más aún: lo que ganaba, lo invertía en su comunidad.

El museo que hoy lleva su nombre fue donado por él al Estado argentino. Allí fundó también una escuela, un jardín de infantes, una escuela de arte y hasta un centro odontológico infantil. Para él, el arte no era sólo un fin en sí mismo, sino una herramienta de transformación social. Y eso, sin duda, lo convierte en mucho más que un artista plástico: lo convierte en un referente humano.

Clavado en el Riachuelo podrá visitarse de martes a domingos, entre las 11.15 y las 18 hs. El ingreso es gratuito, y se recomienda tomarse el tiempo necesario para observar en detalle cada trazo de esta obra intensa. Porque no es sólo una pintura: es el testimonio de una época, de una lucha y de una visión.

Como periodista, pero sobre todo como alguien que ama las historias que laten detrás de las obras, ver Clavado en el Riachuelo fue conmovedor. Quinquela no sólo pintó su barrio, lo inmortalizó. Y en este septiembre, su legado sigue más vivo que nunca.