Escuelas Verdes: cuando educar también es transformar el mundo

En un encuentro inspirador y federal, docentes de Escuelas Verdes compartieron experiencias de aprendizaje en servicio, una práctica que no solo enseña contenidos, sino que también forma ciudadanos comprometidos con su comunidad y el ambiente.
La Ciudad de Buenos Aires fue sede de una capacitación clave para docentes que integran la red de Escuelas Verdes. La propuesta se centró en el aprendizaje en servicio, una metodología educativa que cruza saberes curriculares con acciones solidarias, transformando las aulas en espacios de participación real y cambio social.
“Enseñar ya no es solo transmitir conocimientos, es formar ciudadanos activos, empáticos, comprometidos con el entorno”, me dijo una docente de una escuela de Villa Urquiza. Y mientras hablaba, entendí que el aula, en estas escuelas, no tiene paredes.
El Reconocimiento Escuelas Verdes ya lleva varios años consolidándose como un programa esencial en la Ciudad de Buenos Aires. Lo que comenzó como una iniciativa para fomentar prácticas sustentables en las instituciones educativas, hoy es una red viva de escuelas que educan con conciencia socioambiental y acción colectiva.
En esta oportunidad, la Gerencia Operativa de Educación para la Sustentabilidad, en conjunto con el Programa Nacional de Educación Solidaria de la Secretaría de Educación de la Nación Argentina, organizó un encuentro de capacitación para docentes que vienen desarrollando proyectos de aprendizaje en servicio. Fue un espacio de reflexión, intercambio y, sobre todo, de inspiración.
🔎 ¿Qué es el aprendizaje en servicio?
Es una propuesta pedagógica que integra acciones solidarias con los contenidos curriculares, promoviendo una educación activa, inclusiva y transformadora. No se trata de una actividad extracurricular, sino de una forma de enseñar y aprender desde la realidad de cada comunidad.
📌 Durante el encuentro se compartieron:
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Relatos en primera persona de docentes y estudiantes que trabajan en proyectos en todo el país.
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Videos documentales que muestran el impacto de las iniciativas en barrios, escuelas rurales y urbanas.
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Debates pedagógicos sobre cómo articular los contenidos con problemáticas reales: desde reciclaje y compostaje hasta campañas de salud, alfabetización o acceso al agua potable.
Una Escuela Verde, explicaron, no se queda en su perímetro, sino que se abre, se conecta, colabora y aprende junto a otras. Se transforma en un nodo de una red de aprendizaje colectivo que multiplica valores y prácticas sustentables.
Este tipo de propuestas busca que los estudiantes se conviertan en protagonistas del cambio. Que no solo aprendan sobre reciclaje, energías limpias o biodiversidad, sino que también actúen sobre sus entornos, tomen decisiones, trabajen en equipo y generen soluciones concretas a los desafíos locales.
El Programa Nacional de Educación Solidaria tiene como objetivo fortalecer este tipo de experiencias en todas las escuelas del país, articulando contenidos, valores y acción ciudadana. En palabras de sus impulsores, se trata de mejorar la calidad de vida comunitaria desde una pedagogía inclusiva y transformadora.
La pedagoga Nieves Tapia, referente indiscutida en el tema, lo resume así:
“El aprendizaje en servicio es una práctica significativa que permite desarrollar aprendizajes relacionados con la formación de valores, de protagonismo, de ciudadanía”.
Y eso es justamente lo que se vivió en este encuentro: escuelas que no solo enseñan matemática, historia o lengua, sino que enseñan a vivir en comunidad, a cuidar el ambiente y a no ser indiferentes ante los problemas sociales.
Como periodista —y como ciudadano— me fui del encuentro con la certeza de que estas experiencias no son solo educativas: son profundamente esperanzadoras. En cada relato, en cada proyecto, había una semilla de futuro sembrada con trabajo colectivo, convicción y creatividad.
Las Escuelas Verdes nos enseñan que el aula puede ser el mundo, y que educar no es solo formar estudiantes, sino también multiplicar ciudadanos capaces de transformar su realidad. Y eso, sin dudas, es una revolución silenciosa que ya empezó.