La Ciudad recupera calles y veredas en el oeste porteño 🚧
La Ciudad de Buenos Aires logró reducir y ordenar nueve obradores del soterramiento del ferrocarril Sarmiento. La medida responde a un reclamo histórico de los vecinos que pedían más seguridad, limpieza y espacio en sus barrios.
Durante tres meses el Gobierno porteño avanzó con la reducción de nueve obradores del soterramiento del tren Sarmiento, que durante años quedaron olvidados entre chapas oxidadas y malezas. Hoy, esos mismos espacios en Flores, Floresta, Villa Luro y Liniers lucen distintos: más limpios, más abiertos y, sobre todo, más seguros. Lo que era una herida urbana se transformó —al menos parcialmente— en una recuperación del espacio público que los vecinos venían pidiendo hace tiempo.
“Esto no se trata solo de sacar chapas y escombros; se trata de devolverle la calle a la gente”, me dijo una vecina de Floresta mientras señalaba el nuevo enrejado que reemplazó al viejo vallado metálico. Su frase resume lo que muchos sienten: una mezcla de alivio y esperanza tras años de convivir con esos enormes obradores que parecían haberse vuelto parte del paisaje.
La medida forma parte de una decisión política del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para ordenar el espacio público, mejorar la seguridad y recuperar veredas y calles que durante años estuvieron bloqueadas por las obras inconclusas del soterramiento del Sarmiento.
El trabajo no fue menor. Los obradores, distribuidos a lo largo de la traza ferroviaria, habían quedado abandonados desde 2019, cuando se interrumpió la obra nacional. Desde entonces, los vallados en mal estado, el deterioro estructural y la acumulación de basura generaban un entorno inseguro y antihigiénico.
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Se redujo hasta un 50% la superficie de cada uno de los nueve obradores.
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Los vallados metálicos fueron acercados a los bordes de excavación para liberar el paso.
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Se reemplazaron las chapas opacas por enrejados que permiten mayor visibilidad y seguridad.
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Se recuperaron calles y veredas en los cuatro barrios afectados.
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Se mejoró la iluminación y la limpieza en los alrededores.
La intervención, más allá de su impacto estético, tiene un fuerte componente simbólico. La Ciudad, aunque no puede desmantelar completamente los obradores —ya que la obra del soterramiento es de carácter nacional—, optó por actuar dentro de sus competencias y dar una respuesta concreta a los reclamos vecinales.
Según fuentes del Ministerio de Espacio Público, más de 3.000 metros cuadrados de espacio urbano fueron recuperados en total. La mejora en la visibilidad y la circulación no solo beneficia a peatones y automovilistas, sino también a la seguridad general del entorno.
Vale recordar que el proyecto del soterramiento del Sarmiento —una megaobra prometida para eliminar pasos a nivel y agilizar el tránsito ferroviario— fue oficialmente cancelado por el Gobierno Nacional en las últimas semanas, tras años de paralización. La Ciudad, sin poder continuar ni cerrar la obra, decidió al menos ordenar lo que quedaba y evitar que el abandono se siguiera profundizando.
Las calles se abren, las veredas vuelven a ser de la gente, y los obradores —esos gigantes dormidos del oeste porteño— comienzan, por fin, a despertar. 🌆