Tras bambalinas del arte: el museo abre las puertas de su tesoro oculto

En una propuesta sin precedentes, el museo invita a conocer su corazón más secreto: la reserva técnica, donde descansan piezas que rara vez ven la luz. Una experiencia íntima y reveladora guiada por expertas en conservación.

No todo lo que forma parte del arte se expone. Muchas obras permanecen ocultas, esperando su momento. Pero este octubre, el museo rompe el silencio y permite al público acceder a ese espacio reservado y casi sagrado: su reserva técnica. Guiados por las especialistas Claudia Hachmann y Marisol Zárate, quienes conocen cada rincón y secreto del acervo, los visitantes vivirán una experiencia que v

«Siempre nos preguntan qué hay detrás de las salas. Esta es una oportunidad para mostrarlo con total honestidad: obras que no están en vitrina, piezas que requieren cuidados extremos, decisiones que se toman con lupa. Este recorrido es una invitación a mirar con otros ojos», asegura Marisol Zárate, restauradora del museo, en diálogo exclusivo con Palermoweb.

Quienes alguna vez soñaron con ser parte del universo detrás del arte —ese que no suele mostrarse al público— tienen ahora una oportunidad irrepetible. La propuesta del museo se instala como una experiencia única en el circuito cultural porteño: ingresar a la reserva técnica, ese lugar que almacena con precisión quirúrgica las obras que no forman parte de la exposición permanente.

El recorrido, que será gratuito y no requiere reserva previa, está incluido con la entrada al museo. Los cupos son limitados y el acceso será por orden de llegada, lo que suma un componente de exclusividad y urgencia a la propuesta. La actividad tendrá lugar en la sede de Juramento 2291, en el corazón de Belgrano.

Durante la visita, los asistentes podrán:

  • Acceder a piezas que el público general no ve: desde pinturas en reposo hasta esculturas en proceso de análisis o conservación.

  • Comprender los criterios con los que se decide qué obra se exhibe, cuándo y por qué.

  • Conocer de cerca los procesos de restauración y preservación, fundamentales para prolongar la vida de obras que muchas veces tienen más de cien años.

  • Escuchar anécdotas y desafíos de primera mano, narrados por Claudia Hachmann y Marisol Zárate, expertas en conservación con años de trayectoria.

Estas visitas, que ya despertaron el interés de curiosos, estudiantes de arte y profesionales del patrimonio, buscan algo más profundo: acercar el proceso museístico al ciudadano común, derribando el mito de que el arte solo vive en las salas iluminadas.

“Cuando la gente entra a la reserva, se genera un silencio distinto. No es como estar en la sala, es como entrar en la trastienda del tiempo. Ahí se conserva no solo el arte, sino también la memoria de un país, los gestos de sus artistas, las huellas del pasado”, me contó Claudia Hachmann mientras recorríamos juntos parte del depósito.

Lo interesante de esta actividad es que democratiza el acceso al conocimiento especializado. En lugar de reservarlo para profesionales o investigadores, el museo lo pone al alcance de todos: grandes, chicos, curiosos, turistas. La visita es tanto una clase magistral como un viaje emocional.

La iniciativa, además, llega en un contexto donde los museos buscan reinventarse y volverse más permeables, más humanos, menos distantes. Permitir que el público entre a la cocina del arte es una forma de tender puentes, de compartir el trabajo minucioso que muchas veces pasa desapercibido pero es clave para sostener el patrimonio.