Dolor de pecho: no siempre es un infarto, pero advierten que igual podría ser grave

Cerca del 15% de los hombres y del 25% de las mujeres que llegan a la guardia con dolor de pecho cree tener una obstrucción coronaria, pero la afección podría ser otra, una patología invisible y poco conocida: la enfermedad microvascular de las pequeñas arterias. Además de ser un problema en sí, muchas veces resulta ser la antesala de la tan temida enfermedad coronaria, que puede derivar, a su vez, en un infarto.

Uno de los problemas centrales de esa enfermedad es su detección, explicó Ricardo Iglesias, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología: “El cuadro muchas veces no es detectado a través de un cateterismo y hay que usar otros métodos diagnósticos como la resonancia magnética nuclear o la tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), estudios algo más sofisticados que evalúan cómo se contraen o dilatan las arterias más pequeñas”.

Iglesias aclaró que en los pacientes que tienen una arteria tapada se realiza un cateterismo que desobstruye la vía y elimina la placa aterosclerótica. Pero, señaló, “los datos indican que uno de cada tres seguirá teniendo dolor dentro de los seis meses, aun cuando esa intervención haya sido exitosa y la arteria esté bien. Evidentemente allí coexiste la enfermedad aterosclerótica con problemas de microcirculación”.

El problema es cómo generar conciencia acerca de una enfermedad sin estadísticas locales. A esto se refirió Ernesto Duronto, médico cardiólogo y jefe de la Unidad Coronaria de Fundación Favaloro: “Tenemos pocos datos. No hay estadísticas acá. Pero si estudiás 100 personas con dolor o angina de pecho, la mitad tendrá obstrucción coronaria. De los otros 50, algunos, no se sabe cuántos, tendrán enfermedad microvascular”.

“La detección incluye un problema ideológico y uno económico», subrayó Iglesias, y detalló: «Por muchos años los médicos entendimos ésta como un problema anatómico: obstrucción o no obstrucción. Sin embargo, la micro obstrucción es funcional y se necesita una tomografía para verla. Así que hay un tema de formación de los médicos. El otro problema es que las prepagas y obras sociales dicen que el tomógrafo es para investigar el cáncer. Así que surge un tema económico frente a una enfermedad que encima se documenta poco”.

Las mujeres de más de 50 años, por la baja de estrógenos que sufren a esa edad, son las más afectadas por esta patología. En menor medida, los hombres a partir de los 40 años. El riesgo es mayor en personas que fuman, tienen diabetes, obesidad, vida sedentaria, hipertensión y niveles altos de colesterol.

¿A qué prestarle atención? Duronto explicó que “debe preocupar el dolor de pecho que se siente como un peso, opresión o ardor durante varios minutos, y que aparece con el ejercicio o con el estrés. Si dura varios minutos hay que llamar a emergencias”.

Detalló que “en las mujeres, el dolor puede ser no tan típico, no tan opresivo. Si se siente en el medio del pecho y varios minutos, hay que hacerse ver. Y, además, insistir en que al paciente le hagan un dosaje de enzimas por laboratorio y un electrocardiograma. Este tipo de dolores se suelen desestimar”.

Iglesias recordó que en Argentina “hay entre 30.000 y 35.000 infartados por año. El 10% fallece, o en la internación o en el seguimiento dentro del año. Y un 30% que no llega a los hospitales, lo que se conoce como ‘muerte súbita’… el caso de Lucho Avilés, hace unos días”.

Para Duronto, «el mensaje principal sería no agotar la búsqueda cuando se ve que las arterias no son la causa del problema. Hay un tratamiento y medicación puntual para limitar los factores de riesgo de esta enfermedad. Si uno se olvida del paciente y le dice ‘ya no tenés nada, tus coronarias están sanas’, va a seguir teniendo dolores de pecho”.