“Hisopados para todos”, el reclamo de los vecinos de Balvanera en el primer día del operativo Detectar en el barrio

Son 25 habitaciones con el baño compartido y hay al menos diez casos de personas con coronavirus, que ya fueron internadas o realizan la cuarentena fuera del edificio. Unos quince vecinos hacen fila en la escalera de mármol por la que se entra a un «hotel» de la calle Alsina. Afuera, tres promotores de salud, con máscara de plástico, barbijo y camisolín celeste, esperan para entrevistarlos y tomarles la temperatura con termómetros láser como parte del operativo Detectar, que este sábado empezó en Balvanera. «¿Quiénes tuvieron contacto estrecho con los positivos de Covid-19?«, pregunta uno de ellos, con el celular listo para empezar a tomar los datos. La respuesta, sabe, es obvia.

Elvia, llama por teléfono a sus superiores del Gobierno de la Ciudad para pedir instrucciones sobre el caso. Además de relevar síntomas, el equipo tomará nota de la situación económica de cada hogar para derivar las situaciones de urgencia. “Estoy contenta de poder ayudar, aunque hay días en los que me da mucha aflicción no poder hacer más”, contaba a este diario antes de llegar.

Es la segunda dirección que visita la cuadrilla 3 del operativo Detectar en el barrio porteño de Balvanera. El equipo partió a las 10 con un listado de domicilios que fueron relevados de forma conjunta por organizaciones sociales y los Ministerios de Salud nacional y de la Ciudad. El objetivo es visitar, casa por casa, a los vecinos del barrio que se sospecha que estuvieron en «contacto estrecho» con personas infectadas con el virus para chequear si tienen síntomas. En caso de que los tengan, los acompañan a un puesto sanitario en el que se realizan los hisopados. Comenzaron este sábado y seguirán hasta el lunes.

En el cruce de dos avenidas clave, Jujuy y Belgrano, se instalaron desde bien temprano una carpa y un trailer del Gobierno porteño, con dos consultorios montados en su estructura. Algunos vecinos se acercaron creyendo que podían sacar un turno y esperar por un testeo rápido, como los que ya se hicieron en distintos puntos de la Ciudad para detectar casos asintomáticos, es decir aquellas personas que estuvieron en contacto con el virus y generaron anticuerpos sin tener fiebre.

Axel, de 22 años, sale a la vereda. Acaba de dar 37,1 de temperatura en la medición que Anabela le hizo en la frente y formará parte del grupo que se haga el hisopado. En la mano de enfrente, un grupo de vecinos hace la fila para entrar a un supermercado y lo miran con curiosidad. Hace días que tiene tos y el viernes su hermano se convirtió en el décimo caso de Covid-19 del “hotel” de la calle Alsina. Dice que hay unas cuarenta personas viviendo en el lugar, catorce de ellas son chicos.

“Mañana me van a decir”, cuenta por WhatsApp horas más tarde, tras que le tomaran muestras nasales y de garganta en el puesto sanitario. Los médicos del operativo decidieron enviar a uno de sus vecinos y a él en un taxi a pasar la noche a un hotel por prevención, mientras esperan los resultados. Otros casos sospechosos serán enviados a Unidades Febriles de Urgencia (UFU). “Yo ahora me siento bien, ya no tengo fiebre”, asegura Axel y señala que salió de su casa con lo puesto. “En un rato, una vecina me va a traer el cargador del celular”, comenta.

En otros casos, el personal de salud decidió postergar la realización de hisopados. «Hay que esperar siete días desde el contacto estrecho con el paciente diagnosticado con Covid-19, porque si no el test puede dar negativo, las personas se confían y pueden estar contagiadas», le explicó cerca del mediodía una promotora de salud a una familia y ofreció su número de teléfono para que la contactaran en caso de que continuaran con síntomas.

Jazmín y su hija de once años viven en un PH ubicado sobre la calle Pichincha, habitado por cinco familias. Algunas de ellas comparten el baño y la cocina. La semana pasada, la abuela de 74 años de la nena, el tío, su esposa y sus dos hijas habían dado positivo por coronavirus. Los vecinos de la propiedad horizontal habían insistido para acercarse al puesto por la preocupación de que se esparciera el contagio. «Nosotros estamos acá encerrados por las dudas, pero mi hija tiene tos hace cinco días y acá compartimos el baño y la cocina. No hay forma de protegernos entre nosotros si estamos todos acá», asegura Jazmín.

Lorena, de 48 años, se asoma desde la puerta de la casa lindante para preguntar si van a pasar también por su casa a relevar. También son familiares de los cinco casos positivos al virus. «Necesitamos que vengan a hisoparnos también acá», pide y cuenta que «si le hubieran hecho el test a Matías (el primero en presentar síntomas), no hubiera contagiado al resto de la familia». Días antes de que internaran a su cuñado, el médico de la obra social le había asegurado que lo que tenía era sólo un resfrío, asegura. «Él no quería entrar a la casa, porque ya se sentía mal, pero como le dijeron eso, ¿qué iba a hacer?», relata.