A 50 años del Adiós: El Legado de Perón y el Punto de Quiebre en la Historia Argentina

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El 1 de julio de 1974 marcó el fin de una era en Argentina con la muerte del general Juan Domingo Perón, ícono y fundador del movimiento político que dejó una huella imborrable en la historia del país. Su deceso, en medio de la violencia política y las tensiones internas, anticipó una etapa turbulenta, consolidando a Argentina como escenario de profundos cambios.

El general Juan Domingo Perón, arquitecto del peronismo y tres veces presidente constitucional de Argentina, dejaba un país dividido y sumergido en una espiral de violencia cuando falleció el 1 de julio de 1974. Su tercera presidencia, iniciada en 1973, fue testigo de un enfrentamiento entre facciones internas del peronismo que culminó en la tragedia de Ezeiza, marcando un capítulo sombrío en la historia argentina.

“Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es la palabra del pueblo argentino”, proclamó Perón en su último discurso en la Plaza de Mayo el 12 de junio. La confrontación interna, la violencia política y los desafíos económicos definieron sus últimos días. La muerte de José Ignacio Rucci, líder sindical y aliado de Perón, en manos de la organización Montoneros, añadió un oscuro presagio a su mandato.

El líder peronista, a pesar de su deteriorada salud, se aferró al poder. En medio de una crisis económica, con inflación y desabastecimiento, Perón se dirigió al país en junio de 1974. La CGT decretó un paro en su respaldo, y la Plaza de Mayo se llenó de trabajadores en un gesto de apoyo masivo. Sin embargo, los problemas de salud persistían.

El viaje a Paraguay en busca de apoyo internacional se convirtió en un giro fatal. Contrajo una broncopatía infecciosa que se sumó a sus problemas cardíacos. A pesar de las recomendaciones médicas de reposo absoluto, Perón no abandonó la presidencia. El 29 de junio, delegó el mando en Isabelita, su esposa, aunque los comunicados oficiales minimizaban su deterioro.

La mañana del 1 de julio de 1974, Juan Domingo Perón experimentó un paro cardíaco, seguido por otro en la tarde. A pesar de los esfuerzos médicos, falleció a las 13.15. Isabel, quien asumiría la presidencia, anunció su muerte con la frase “Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia”.

Cincuenta años después, el legado de Perón sigue resonando en la política argentina. Su muerte marcó un punto de quiebre, anticipando una etapa de inestabilidad y llevando al país a un capítulo oscuro con el golpe militar de 1976. La figura del general perdura, recordándonos no solo su papel como líder político, sino también su influencia en la identidad y la cultura de Argentina.

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