«El Abuelo Inmortal»: Un Monumento que Transciende la Historia

En el barrio de Palermo, en Buenos Aires, se alza una figura imponente que desafía las narrativas tradicionales sobre la figura de José de San Martín. El monumento «El Abuelo Inmortal», un monumento en bronce sobre basamento de granito, no solo homenajea al prócer, sino que lo muestra en su faceta más humana: en la vejez, rodeado por sus nietas, en una escena cotidiana, alejada de la guerra y del liderazgo militar que lo convirtió en una de las figuras más admiradas de la historia argentina. La obra, inaugurada en 1951, destaca por su originalidad y por la forma en que rescata la intimidad de un hombre que fue mucho más que el «Padre de la Patria».
El escultor e ingeniero Ángel Eusebio Ibarra García, autor del monumento, decidió representarlo de manera casi familiar. El general San Martín no aparece en su típico atuendo militar ni en posición de combate, sino en un momento de paz, en compañía de sus nietas, María Mercedes y Josefina Dominga, con quienes realiza labores cotidianas. El simbolismo de la obra, que se encuentra sobre la Plaza Grand Bourg, no solo es un tributo a su figura histórica, sino también un recordatorio de su papel como abuelo y ser humano, una faceta que muchos no suelen asociar con su legado heroico.
El monumento: una visión diferente del prócer
Ubicado en la Plaza Grand Bourg, el monumento «El Abuelo Inmortal» es, sin duda, una obra única en el panorama de los homenajes a San Martín en Argentina. Su composición es un retrato de calma y amor familiar, un contraste con la imagen heroica y militar que generalmente se asocia con él. Representar a San Martín en su vejez, junto a sus nietas, permite una lectura más íntima y reflexiva del prócer, resaltando aspectos de su vida más personales y cercanos.
La obra fue creada por Ángel Eusebio Ibarra García, un destacado escultor argentino nacido en 1892 y fallecido en 1972, conocido por su capacidad para captar la esencia de las personas que retrataba. Este monumento, inaugurado bajo la Ley 13.661 del Gobierno de la Nación Argentina, fue concebido para transmitir una visión humanizada de San Martín, como un líder que, aunque marcó la historia con su lucha, también vivió los pequeños y cotidianos momentos de la vida, como la relación con sus seres queridos.
La pieza está situada sobre un basamento de granito, lo que le confiere un aire majestuoso y, al mismo tiempo, sólido. El bronce, en el que están esculpidos San Martín y sus nietas, resalta la serenidad y la sencillez del momento: San Martín, con su mirada calmada, rodeado de sus nietas en un gesto tierno, mostrando su lado más vulnerable y humano.
Una obra única en la historia del arte público argentino
El «Abuelo Inmortal» es sin duda un punto de referencia en la escultura de monumentos públicos en Argentina, al ofrecer una representación poco convencional de un prócer nacional. Su intervención en la historia del arte argentino es importante porque demuestra que no solo los aspectos heroicos de la vida de San Martín merecen ser honrados, sino también sus momentos de paz, su dedicación familiar y su legado como ser humano.
Este enfoque innovador de Ibarra García también es notable en el contexto de la Argentina de mediados del siglo XX, donde el fervor nacionalista y la celebración de la guerra de independencia eran temas predominantes en la iconografía de los monumentos. Sin embargo, con «El Abuelo Inmortal», Ibarra García decidió homenajear al prócer desde otro ángulo, al mostrarlo en la intimidad de su vejez, lejos de los campos de batalla.
Un legado que va más allá de la historia militar
La inauguración de la obra en 1951, bajo la Ley 13.661, no solo fue un acto de reconocimiento a San Martín, sino también un reconocimiento a la capacidad de los artistas de interpretar el pasado de manera más amplia. En un contexto donde la figura del prócer estaba profundamente vinculada a su rol militar y político, Ibarra García optó por destacar una faceta menos conocida de su vida.
En la plaza Grand Bourg, este monumento sigue siendo una invitación a reflexionar sobre la vida privada de aquellos hombres que marcaron el destino de la nación. «El Abuelo Inmortal» invita a los transeúntes y visitantes a detenerse, a mirar más allá de los hechos heroicos, y a reconocer al prócer como un ser humano con una vida personal rica y compleja, tan llena de desafíos como la de cualquier otro.
En un país como Argentina, donde los próceres suelen ser elevados a un estatus casi mítico, el homenaje de Ibarra García marca una ruptura. Nos recuerda que, aunque San Martín fue un héroe nacional, también fue un hombre que vivió su vida como muchos otros: en la familia, en la tranquilidad y en los pequeños momentos de la cotidianidad.